Creo que todos los educadores deberían psicoanalizarse. Porque, ¿qué puedo enseñar si no tengo una dimensión ética, si no puedo ver la diferencia en el otro, si creo que lo que sé es la verdad inmutable? Quizás en cualquier acto educativo que se precie, se repongan las condiciones de un análisis, es decir, que el paciente o alumno es el que se educa a sí mismo con la guía, con el farol de una luz que no proviene de ninguno de ellos en particular, sino de un deseo puesto en el camino.